La cueva se localiza en el término municipal de Pinto, en unos resaltes yesíferos que protegen parte del cauce del Arroyo Culebro a su paso por Pinto. Por los restos cerámicos encontrados ha tenido diferentes ocupaciones desde la edad del Bronce hasta la época medieval. Desde el punto de vista geológico, la cueva se localiza en la cuenca de Madrid, formada por depósitos continentales clásticos inmaduros, arcillas y carbonatos con sílex y sepiolita, yesos y margas yesíferas con niveles salinos.
Su morfología responde a un esquema trialveolar, donde las tres cavidades son relativamente simétricas y no tienen mucho desarrollo en profundidad.
Su estabilidad, más allá de la rigidez del macizo yesífero donde se excavó, se debe a su diseño, que contempla unos muros o pilares centrales de roca sin excavar que delimitaban las tres cavidades. Podríamos hacer una símil en cuanto a su funcionamiento estructural con las minas antiguas, en las que el mineral se explotaba con una técnica de excavación denominada “cámaras y pilares”, que permitía profundizar en el frente rocoso, dejando pilares de roca como sostenimiento de las cámaras abiertas en profundidad. Estos muros se han alterado y han ido perdido masa rocosa con el paso del tiempo y por tanto, se ha reducido su capacidad portante, no siendo capaces de soportar las cargas solicitadas por el techo de la cueva y favoreciendo así el desplome parcial del mismo.
El frente del talud, en el que está excavada la cueva, ha sufrido un desmoronamiento parcial con caída de grandes bloques, estos desprendimientos tienen su origen en una combinación de diferentes factores; por un lado, la alteración que ha sufrido la estructura de la cueva, en la que se ha producido perdida de material en su interior.
Por otro lado, que en parte es una de las causas del primero, pero que afecta a la estabilidad del conjunto sedimentario donde se encuentra la cueva, responde a la naturaleza inestable del yeso, que se ve afectado por procesos de disolución. Este proceso de disolución afecta a la estabilidad del talud, produciendo pequeños colapsos, lo que favorece que se desprendan bloques de distinto tamaño. Otro aspecto, que puede contribuir a su agravamiento, es la circulación de maquinaria agrícola muy próxima al borde de talud.
La solución que garantice la estabilidad de la cueva a medio plazo pasa por estabilizar el techo de la misma reforzando su apoyo, reconstruyendo su estructura original. Con relación a las labores de labranza, se aconseja un retranqueo, mayor al existente, con respecto al arranque de la cueva.
Juan Manuel Sanchez-Casas Padilla
Lcdo. Ciencias Geológicas
pintoturismo.wordpress.com 